Una persona que disfruta con lo que hace, que parece que lo tenga todo, aunque no tenga una vida “perfecta”.
Que transmite una libertad y paz interior que hacen que sus ojos desprendan ese brillo imposible de fingir ni forzar.
Que te guste más o menos, se muestra como es, con naturalidad.
Que hace lo que dice y actúa como siente, que respira coherencia y autenticidad en su día a día.
Realmente brillan y piensas…
Tiene “algo”, no sé qué es, pero yo quiero tomar lo que ha desayunado esa persona.
De momento no he descubierto los desayunos milagrosos, pero sí he aprendido que “brillar” para mí no es vivir con euforia ni dando saltos de alegría, no es estar super activo las 24h del día como pensaba hace años enfocada en el “hacer” o “tener” (metida en la rueda que no para, ¿te suena?).
Brillar es más bien un estado. Una actitud. Ese “algo” relacionado con ciertos hábitos y mentalidad que nos hacen vivir en paz con lo que hacemos, decimos y sentimos. Con quienes somos.
Cuando das con alguien así es fácil que te contagien las ganas por vivir o al menos te hagan reflexionar.
Quizás te venga alguna persona a la cabeza ahora mismo…
Lo curioso es que nos sorprenden, a veces incluso pueden incomodar porque tanto “brillo” puede que nos haga replantearnos por qué nosotros no nos sentimos así.
Puede que lo achaquemos a la suerte o las circunstancias y así justifiquemos no profundizar qué podríamos hacer, probar o modificar.
Yo he estado ahí. Inventándome todo tipo de motivos (más o menos conscientes) para no mirar hacia dentro, para seguir haciendo lo mismo porque me daba miedo escucharme, tomar decisiones y tener que hacer cambios, ya fuesen profesionales o personales (buscar un trabajo, mudarme, conocer gente nueva, soltar, etc.).
¿Cuándo fue la última vez que te sentías así, que eras realmente tú mism@?
Que todo fluía mejor, que disfrutabas del momento y te sentías en paz, que estabas conectado contigo, “tan tú” que te sale una sonrisa al recordarlo… ¿Lo recuerdas?
No es lo habitual y lo relacionamos más con momentos puntuales, pero en realidad sí es “lo normal”, aunque nos vamos poniendo caretas y corazas junto a pilotos automáticos que nos alejan de eseestado.
Para mí una persona brilla así cuando está siendo auténtica, ella misma. Cuando se conoce y se valora. Se ha aceptado con sus fortalezas, debilidades y diferencias, que aún con miedos decide caminar y mostrarse. Atreverse con sus metas en vez de aplazarlas.
Mi objetivo es que cuando te atrevas a mirarte al espejo, te guste lo que veas, pero no solo por fuera. Que lo que sientas sea una palabra amable y ganas de compartir todo eso que llevas dentro y que quizás nunca has sabido mostrar. Que mejore ese diálogo interno.
Que no te sientas perdid@ en ese camino para encontrar ese “algo” que sientes que te falta. Que te conozcas a fondo y puedas gestionar mejor tu vida. Que no te quedes con las ganas de hacer realidad todos esos objetivos que te hacen brillar.
Acompañarte a construir esa vida. A tu ritmo. Porque no hemos venido a encajar, hemos venido a brillar.
¿Y a ti qué dirías que te hace brillar de verdad? ¿Lo sabes o te cuesta definirlo?
(a mí hay una cosa que me encanta y me sienta así de bien: escribir)
Si te apetece compartirlo me encantaría leerte y saber qué nos hace brillar o empezar a descubrirlo.